lunes, 1 de noviembre de 2010

La fundación de la mística revolucionaria con Santo Marat

(Publicado en este blog el 3 de abril de 2009.)
Marat, "el Amigo del pueblo", es asesinado por Charlotte Corday el 13 de julio de 1793. En tan sólo un mes, Jacques-Louis David ejecuta el cuadro "Marat assassiné".
Tras la muerte de semejante "amigo", David hizo exponer su cadáver en el Convento de los Cordeliers, para que el "pueblo" le rindiera los honores necrofílicos. E hizo suspender el corazón del difunto del techo de la sala de reuniones del convento. El Sagrado Corazón de Marat continuaba iluminando las diatribas revolucionarias. David, con su imaginación desde luego artística, era el gran director de escena de la Revolución francesa, el organizador, además, de las celebraciones en el Campo de Marte, obligando, por ejemplo, a bailarinas de la Ópera a que personificaran casi desnudas a la "Diosa Razón". (Tiempo después, Albert Speer haría lo suyo en las aglomeraciones nazis del Campo de Zeppelin en Nuremberg.)
David sería el inventor del "culto a los mártires" de las revoluciones, culto en el que, por cierto, los Nazis excedieron.
No fue sin embargo Marat el primer "mártir" de la Revolución francesa, sino Le Peletier de Saint-Fargeau, muerto también en 1793, y del cual David hizo, asimismo muy rápidamente (entonces, no existía la fotografía...un medio propagandístico), el cuadro "Le Peletier en su lecho de muerte", el ensayo pictórico e ideológico de "Marat assassiné", donde invertió la composición del de Le Peletier. Pero David hizo exponer este lienzo al lado del de Marat en la sala de la Convención. El "proto" mártir y el Gran Mártir, el Crucificado por el cuchillo de la Corday.
La genialidad, qué remedio queda sino aceptarlo, de David fue reciclar lo crístico, paradójicamente en el período más des-cristianizante de la Revolución de marras, para provecho de ésta, y así configuró la parafernalia de la necrofilia "revolucionaria" ulterior, con momia de Lenin incluida.
He aquí mi sangre redentora, es lo que dice el Marat de David, he aquí mi cuerpo. Objeto de devoción, acentuado por el éxtasis místico del "Amigo del pueblo" con la pluma en una mano, y una hoja manuscrita en la otra, muerto en el "cumplimiento del deber", hasta el último minuto. (Inspiración, sin duda, para ese que escribe en Cuba unas diz que "reflexiones": ¡con tal de que aparezca, al fin, una Charlotte Corday!)
Ay, David, qué buen cabroncito que eras. Secularizaste a la religión en plena revolución atea, legitimando así a ésta. Reconvertiste a la "cristiandad".
Y tu intuición pictórica, strictu sensu, fue impecable: idealizaste aún más a Marat, cuya figura contrasta en ese fondo depurado e intemporal. Ay, nació la "modernidad" visual, qué remedio, again, y fuiste tú quien plasmó la forma de la "religión civil" preconizada por Jean-Jacques Rousseau.

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